Evangelio según san Mateo 21, 33-43. 45-46
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
«Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje.
Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores, para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon.
Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último, les mandó a su hijo, diciéndose: "Tendrán respeto a mi hijo."
Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: “Éste es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia."
Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron.
Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?»
Le contestaron: «Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos.»
Y Jesús les dice: «¿No habéis leído nunca en la Escritura: "La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente"? Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos.»
Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que hablaba ellos.
Entonces buscaron el modo de detenerlo, pero temían a la multitud, que lo consideraba un profeta.
Pistas: El enfrentamiento entre Jesús y las autoridades religiosas y políticas judías aumenta. Les acusa de apropiarse lo que no es suyo (los labradores). Rechazan a los que el dueño de la viña (el Padre) había enviado, es decir, a los profetas. También rechazan al hijo, Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre. Lo matarán.
Han perdido la perspectiva. No les importa Dios, sólo la viña y sus intereses. Los podrían acusar cuando acaben con Jesús: “hará morir de mala muerte a esos malvados…”. Sin embargo, Jesús les dará hasta el final la oportunidad para reconocer quién es. Pero ellos no lo aceptan. Su mensaje los pone al descubierto y ven amenazado el poder que ejercen sobre el pueblo y su estilo de vida. Quieren cautivo al que viene a liberar.
Jesús resucitará. En su entrega por amor, en la cruz, en la muerte, en ser la piedra desechada, todo se hace nuevo. Resucitado es la piedra angular. Y todo tiene sentido porque Él está vivo, la muerte vencida, el mal derrotado.
Jesús hace nuevas las cosas. Los judíos no fueron capaces de entenderlo y al final el cristianismo (que comenzó siendo una corriente dentro del judaísmo) tiene que convertirse en algo distinto.
Nosotros tenemos que ser el pueblo que da fruto, que vive el Reino como Jesús lo anunció. Por eso este tiempo de cuaresma es tan importante para los cristianos. Nos tiene que hacer revisar nuestra vida personal y comunitaria. ¿Soy ese pueblo que da gloria a Dios, que acoge al Hijo, que da fruto a su tiempo…? ¿o soy los criados interesados, que abusan, que buscan su interés, que no les importa Dios ni la verdad?
Da igual lo que diga el mundo, da igual que Jesús sea rechazado, que le demos la espalda… Él es el único que puede sostener y darle sentido a tu vida, a la Iglesia y al mundo.
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.
Evangelio según san Lucas 16, 19-31
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: «Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico. Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas.
Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritó: "Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas."
Pero Abrahán le contestó: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces. Y, además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros."
El rico insistió: "Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento.
Abrahán le dice: "Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen."
El rico contestó: "No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán."
Abrahán le dijo: "Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto.”»
Pistas: Jesús se dirige con esta parábola a los fariseos, que se creen mejores que los demás. Los critica porque están equivocados en su manera de vivir la fe en Dios, poniendo los puestos, la apariencia, el cumplimiento, por delante de un auténtico amor a Dios y al prójimo.
Un rico que vive muy bien, y un pobre a su puerta. Si miramos a nuestro mundo también encontramos ricos que vivimos muy bien, y otras muchas personas que viven muy mal a nuestra puerta, en nuestras ciudades, en nuestras fronteras. Y un elemento común con Epulón es que nos dan igual los lázaros, casi ni los vemos, o los vemos un momento, pero luego seguimos con nuestras cosas y “banqueteando espléndidamente” o todo lo espléndidamente que podemos.
Jesús enseña hoy que de la actitud que tengamos hacia el otro dependerá nuestra salvación. Una fe sin amor ¿de qué sirve? ¿no nos convierte en fariseos? Una religiosidad sin ver al prójimo que me necesita, sin ponerme en el lugar del otro ¿servirá para algo?
La cuaresma nos invita a mirar como Jesús miraba, a ver las necesidades que nos rodean y a comprometernos. Nos invita a ser capaces de ponernos en la piel del otro. Esto es dar limosna.
Mira a tu alrededor ¿hay algún lázaro? ¿te pareces al ciego Epulón que no veía al que se moría a la puerta de su casa?
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.
Evangelio según san Mateo 23, 1-12
En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo:
«En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen.
Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar.
Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros.
Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos.
Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo.
No os dejéis llamar consejeros, porque uno solo es vuestro consejero, Cristo.
El primero entre vosotros será vuestro servidor.
El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»
Pistas: "Qué caña da Jesús a los estirados, a los creídos de los fariseos. Si hoy pillase a fulanito y menganito...". ¿Has pensado así al leer este Evangelio? Léelo mejor pensando en ti y en el tipo de Iglesia que construyes. Da igual lo que hagan los demás, cada uno dará cuentas de lo que ha construido en su vida y en su comunidad, en su familia, en el trocito de sociedad en el que puede influir.
Es verdad que hay personas como aquellos fariseos que pierden de vista el fondo y se quedan en el cumplimiento, y machacan a las personas con cargas. En nuestro tiempo tal vez muchos presentando un mensaje descafeinado, mundano... Al final, la búsqueda es la misma: el propio interés, el poder, la imagen. Se cuelan el orgullo y la soberbia. Los éxitos humanos. El número de seguidores en la red social, si eres alguien con responsabilidad en la Iglesia, tener un poco más de éxito que los de al lado... Por ahí van los tiros de la crítica de Jesús.
Si quieres vivir como discípulo suyo, huye de las apariencias, del interés, del orgullo y la soberbia y elige su camino: el de la entrega, el amor, la verdad.
Si quieres llevar este Evangelio a tu vida, hazte estas preguntas: ¿qué buscas en la Iglesia? ¿qué buscas en la fe? Honores, reconocimientos, palmaditas en la espalda, ser maestro, padre, consejero… ¿o buscas a Jesús, buscas amar, buscas la verdad?
Si quieres ser grande, hazte el servidor de todos (no está de moda, pero es el camino). Si quieres ser enaltecido, sé humilde, vive en la verdad, en la entrega, sin intereses, sin protagonismos, sin autoengaños.
Esto es posible sólo con la fuerza del Espíritu Santo. De lo contrario acabarás sufriendo porque no te valoran, no llegas a ocupar el puesto que quieres en la Iglesia… o acabarás siendo como los fariseos y los letrados que se construyen una fe a la medida de sus intereses. La verdad, la humildad, el amor, el servicio son el camino para ir con Jesús, ser feliz y construir su Reino.
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.
Evangelio según san Lucas 6, 36-38
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante.
La medida que uséis, la usarán con vosotros.»
Pistas: El Evangelio de hoy nos presenta actitudes como la compasión, no juzgar, no condenar, el perdón, la generosidad… Y nos da la medida con la que practicar estas actitudes. La medida es Jesús. Cómo amó, cómo tuvo compasión, cómo se relacionó con el prójimo…
Por eso, si quieres ser discípulo de Jesús, no vale una religión de mínimos y cumplimiento. Ni una vida mediocre. La propuesta de Jesús es la vida en el Espíritu Santo, la vida a la medida de la que llevó Él. Sólo así podrás abrirte al amor transformador de Dios.
¿Cómo vas a permitir que Dios te ame, te salve, te perdone, se dé a ti y te dé todo lo que necesitas, si cierras tu corazón a vivir lo que Él te regala? Lo que Jesús propone es ser perfectos como el Padre es perfecto. Su amor te hará capaz.
La medida de la gracia de Dios no es cualquier cosa. Siempre superará lo que esperas. Dios siempre te dará más. Y la clave es entrar en la dinámica de su amor. Amar, perdonar, no juzgar.... Si lo practicas día a día la gracia de Dios crecerá en ti y dará más fruto. Pero si amas tacañamente, si juzgas, si no perdonas ¿cómo podrás acoger esa gracia de Dios?
La medida es el amor de Dios. ¿Te atreves a vivir en el amor?
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.
Evangelio según san Lucas 9, 28b-36
En aquel tiempo, Jesús cogió a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos.
De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén.
Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y, espabilándose, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Mientras éstos se alejaban, dijo Pedro a Jesús: «Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»
No sabía lo que decía.
Todavía estaba hablando, cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía:
—«Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle.»
Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto.
Pistas: El relato de hoy está lleno de simbolismo. En el Antiguo Testamento el monte, la nube, son lugares en los que Dios se manifiesta. Moisés y Elías son la Ley y los Profetas.
Es en oración cuando Jesús les muestra su gloria, la gloria de su divinidad. En oración comienzan a vislumbrar quién es Jesús. En oración la Biblia (Moisés y Elías, Ley y profetas) se puede entender. En oración Jesús comprende la cruz y el camino que le lleva a Jerusalén. Comprende su misión, comprende el significado de la misma cruz.
Pedro, Santiago y Juan no se enteran mucho. Sus planes no tienen demasiado sentido. Después entenderán y profundizarán. Pero seguirán con Jesús: “éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle”. Caminarán con Él. Tienen que seguir rezando. Llegará la Pascua y Pentecostés y entonces comprenderán mejor. Ya sabrán contar y explicar. De momento sólo pueden orar e ir conociendo a Jesús.
Éste es el camino que todo discípulo de Jesús recorre. Descubrirle, asomarse a su misterio, con Jesús, con la Palabra de Dios. Ir teniendo experiencia de Él, aprendiendo a mirar la propia vida, el camino que uno recorre –como el de Jesús a Jerusalén-, la cruz. Un camino que sólo podrás recorrer aprendiendo a orar. Escuchando lo que Jesús te dice. Es en oración donde escucharás la voz del Padre. Esa voz que es Jesús. Esa voz interior. Esa experiencia que ni siquiera puedes contar o expresar con palabras.
Sigue rezando. Cuando te llegue el momento podrás llevar a otros lo que Jesús es.
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.
Evangelio según san Mateo 5, 43-48
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu enemigo.
Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.
Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.»
Pistas: Jesús hoy nos dice habla que el amor al prójimo,no como un sentimiento sino como una elección. Como Él, que en la cruz dirá: “Padre, perdónales”. Y así nos descubre un camino de perfección: parecernos al Padre. Y esto sólo será posible llenándonos del Espíritu Santo.
Por eso, intensifica tu vida de oración, esfuérzate por entregarte a Dios venciéndote a ti mismo y este Evangelio llévalo a la realidad de tu vida.
¿Cómo amas? ¿a quién amas? Jesús dice que hay que amar a los enemigos y orar por los que te persiguen. ¿Tienes enemigos? ¿hay gente que quiere hacerte daño o que te desprecian o no te valoran? ¿alguien quiere destruir tu trabajo? ¿recibes críticas por tus creencias? ¿te sientes perseguido? Pon nombres y caras a lo que estás leyendo. Y piensa qué te dice Jesús.
Ama, porque Dios te ama a ti, que eres pecador, que muchas veces haces las cosas mal. Dios es amor y te invita a vivir en la perfección de su amor. ¿Quieres una vida extraordinaria? Confíale lo que eres y pídele que te llene de su amor.
¿Cómo amas? ¿a quién amas? Jesús dice que hay que amar a los enemigos y orar por los que te persiguen. ¿Tienes enemigos? ¿hay gente que quiere hacerte daño o que te desprecian o no te valoran? ¿alguien quiere destruir tu trabajo? ¿recibes críticas por tus creencias? ¿te sientes perseguido? Pon nombres y caras a lo que estás leyendo. Y piensa qué te dice Jesús.
Ama, porque Dios te ama a ti, que eres pecador, que muchas veces haces las cosas mal. Dios es amor y te invita a vivir en la perfección de su amor. ¿Quieres una vida extraordinaria? Confíale lo que eres y pídele que te llene de su amor.
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.
Evangelio según san Mateo 5, 20-26
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No matarás", y el que mate será procesado. Pero yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano "imbécil", tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama "renegado", merece la condena del fuego.
Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
Con el que te pone pleito, procura arreglarte en seguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto.»
Pistas: Habéis oído que se dijo ... pero yo os digo.
Jesús lleva a otro nivel los mandamientos. No basta cumplirlos superficialmente, externamente... tiene que ser de corazón. Y eso sólo es posible si Dios nos regala un corazón nuevo. No se trata de tener razón, de ser mejor... No puedes dejar un resquicio al rencor, al odio, a la indiferencia. Tienes que aprender a amar incluso al enemigo.
El Evangelio de hoy nos enseña que es necesario recorrer el camino de la misericordia, del perdón, del amor al prójimo, para poder acercarse a Dios. El odio, el rencor, la envidia, la falta de perdón, son una mochila pesada que hace sufrir. Son pesos que te dejan anclado en el pasado y hacen difícil acercarse a Dios, que es misericordia y amor. Por ello, para vivir la fe, es necesario librarse de esa mochila, perdonar, amar, olvidar, y así poder seguir adelante. Sólo de este modo podrás llevar tu ofrenda al altar, podrás entrar en la presencia de Dios, serás libre en su amor.
Es el mandamiento del amor. Cuando tengas dudas pregúntate ¿cómo actuaría Jesús? ¿cómo me mandaría Jesús actuar en esta situación? y pídele su fuerza para amar, para perdonar y ser libre.
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.
Evangelio según san Mateo 6, 7-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis. Vosotros rezad así: "Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy el pan nuestro de cada día, perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido, no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno."
Porque si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas.»
Pistas: Jesús enseña a sus discípulos a rezar el Padre Nuestro. Pero antes les explica que para dirigirse a Dios no sirven la palabrería, ni quedarse en ritos, formas… porque orar es establecer una relación con Dios. Así lo vivió y enseñó Jesús.
Reza despacio el Padre Nuestro, parándote a pensar lo que significa cada una de sus expresiones. Llamar a Dios: Padre. Nuestro, no sólo mío, lo que habla de una visión de la sociedad y de las relaciones entre los hombres. Del cielo, que está por encima de nosotros, que es poderoso, porque el cielo habla de lo que nos trasciende. Tres peticiones relacionadas con Dios: su nombre, su reino y su voluntad. Tres con los hombres: el pan, el perdón y la fuerza para no caer en la tentación. Párate en la que te haga pensar hoy de modo especial o toque tu corazón por la situación que estés viviendo.
El Evangelio termina haciendo hincapié en la relación con el prójimo como condición para la relación con Dios. La cuaresma continúa invitándonos a la conversión y a examinar cómo es nuestra relación con el prójimo. Cada vez que rezas el Padre Nuestro le dices a Dios que te perdone como tu perdonas… Y éste puede ser también un terreno para examinar y rezar.
¿Eres capaz de perdonar las ofensas, los agravios, lo que te hace daño? Quizás sea un buen propósito para este tiempo.
Vuelve a leer el Evangelio, escucha lo que Dios te dice a través de él, ora y llévalo a tu vida.
Evangelio según san Mateo 25, 31-46
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.
Entonces dirá el rey a los de su derecha: "Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme."
Entonces los justos le contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?"
Y el rey les dirá: "Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis."
Y entonces dirá a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis."
Entonces también éstos contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?"
Y él replicará: "Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo."
Y éstos Irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.»
Pistas: Jesús enseña a llamar a Dios Padre, enseña que es compasivo y misericordioso. Deja claro que la salvación es para todos, y especialmente para los que están más perdidos, para los pecadores, para los más débiles. Los acoge, les perdona, les llama. Pero a la vez su mensaje es exigente y transformador. Si te encuentras con Jesús, si conoces a Dios, tu vida tiene que cambiar. Tu relación con el mundo y con el prójimo cambiará. Hasta tal punto que Jesús explica que lo que le hacemos a los demás es como si se lo hiciéramos a Él.
Mientras, nosotros dejamos que miles de personas se mueran de hambre, explotamos los recursos de los países más pobres para poder llevar el estilo de vida que tenemos, miramos para otro lado ante el sufrimiento ajeno... tenemos una doble moral en muchas cosas.
El mensaje de Jesús es revolucionario. Invita a no vivir en el interés, el egoísmo, el poder… sino a mirar al que tenemos a nuestro lado como nuestro prójimo, sobre todo al que está sufriendo. Así que, si crees que tienes fe, hazte esta pregunta: ¿quién es mi prójimo y cómo lo trato? Jesús dice: “Cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, conmigo lo hicisteis”. Porque una fe sin obras es mentira.
Este tiempo de cuaresma invita a la limosna, que no sólo es lo material (que también), sino un estilo de vida: el de ser capaz de mirar al que tengo al lado, ver lo que necesita y yo puedo ofrecerle. Y hacerlo, no por creerme mejor, sino porque me lo pide el corazón.
Somos realmente libres para elegir: amar o no amar, preocuparnos o no hacerlo, ver al que sufre o ignorarlo... y nuestra decisión nos llevará a vivir en el amor y entrar en el Reino de Dios o quedarnos fuera.
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.
Evangelio según San Mateo 4, 1-11
En aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al final sintió hambre.
Y el tentador se le acercó y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes.
Pero él le contestó diciendo: Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Entonces el diablo lo lleva a la Ciudad Santa, lo pone en el alero del templo y le dice: Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: Encargará a los ángeles que cuiden de ti y te sostendrán en sus manos para que tu pie no tropiece con las piedras.
Jesús le dijo: También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios.
Después el diablo lo lleva a una montaña altísima y mostrándole todos los reinos del mundo y su esplendor le dijo: Todo esto te daré si te postras y me adoras.
Entonces le dijo Jesús: Vete, Satanás, porque está escrito: Al Señor, tu Dios, adorarás y a él sólo darás culto.
Entonces lo dejó el diablo, y se acercaron los ángeles y le servían.
Pistas: Este pasaje hay que situarlo como preparación a la vida pública de Jesús. Se retira al desierto a orar, a terminar de descubrir el plan del Padre... Y después de cuarenta días orando, ayunando, reflexionando, siente hambre y entonces, en un momento de debilidad, es tentado.
El diablo le pone delante otros caminos. Todos tienen que ver con satisfacer sus necesidades, con el poder, con qué tipo de Mesías va a ser… Son el camino fácil. Prometen soluciones rápidas, de grandeza, de éxito por el camino de postrarse y adorar al diablo. Es decir, venderse al mal. A veces es una tentación sutil, con algo bueno, incluso con la Palabra de Dios intenta tentar a Jesús. Otras veces es simplemente intentar hacer creer que el fin justifica los medios.
Vamos a llevarlas a nuestra vida. La primera tentación es la de lo material. Tienes hambre, come. Usa el poder que tienes para conseguir saciar lo que te apetece, el placer, lo material, el mundo. Estas tentaciones de un modo u otro aparecen en la vida de todos. A veces de un modo más evidente y otras de un modo más sutil. Parece que satisfaciéndolas vas a ser plenamente feliz, pero resulta que no es así. Puede que encuentres algo de felicidad, pero es temporal, insuficiente, pero de ninguna manera es plena. Por eso: "no solo de pan vive el hombre", no solo de lo material (que es importante, pero no puede ser absolutizado).
La segunda es como esas realidades de la vida que intentan ocupar el lugar de Dios. Pensaba en la situación de Rusia y Ucrania, y tantas tensiones que hay en nuestro mundo. ¿Qué hay detrás de ellas? El ansia de poder, el dinero, la fama, el control... Desde luego el Dios cristiano no está en esas acciones. Pero, y en otros aspectos de tu vida cotidiana ¿algo está ocupando el lugar de Dios: dinero, poder, fama, la imágen, el éxito...?
La última es la más sutil. Demuestra quién eres, hazlo a tu manera. En el fondo nos creemos autosuficientes y que no necesitamos a Dios. Pero Jesús elige vivir cumpliendo la voluntad del Padre, siguiendo el camino trazado por el Padre.
Quizás lo mejor que puedes hacer es leer el Evangelio mirando tu vida ¿Qué tentaciones tienes? Jesús nos enseña cómo vencerlas: oración, poniendo a Dios en el centro de nuestra vida, buscando su voluntad... Jesús ha vencido y nos da también la capacidad para vencer.
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.
Evangelio según san Lucas 5, 27-32
En aquel tiempo, Jesús vio a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme.» Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció en su honor un gran banquete en su casa, y estaban a la mesa con ellos un gran número de publicanos y otros. Los fariseos y los escribas dijeron a sus discípulos, criticándolo: «¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores?» Jesús les replicó: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan.»
Pistas: Jesús mira más allá de las apariencias. Hoy llama a un publicano (ya sabes que es alguien que trabaja para las autoridades romanas traicionando a su propio pueblo).
Es probable que la llamada que Jesús le hizo a Leví molestase a todo el mundo: a los romanos porque pierden un colaborador, a los judíos porque no la entienden -y les preocupan las intenciones de Jesús-, a los discípulos de Jesús porque el grupo se hace más complejo (publicanos, zelotes, judíos cumplidores, mujeres... hay de todo). Pero así es el grupo que Jesús crea, en el que hay sitio para todos, también para el que probablemente solo mirase su propio interés y no le importase ni religión, ni pueblo...
Para comprender el alcance de esta actitud de Jesús tienes que entender que acogiendo a esta gente y llamándola para estar con Él actuaba de un modo completamente distinto al de otros maestros que seleccionaban quiénes les podían seguir. Los que cobraban impuestos para los romanos eran odiados y juzgados como colaboradores del Imperio. Eran considerados traidores, gente sin escrúpulos.
Jesús no juzga por apariencias, ve el corazón y llama. Tal vez te llame a ti. Y entrará en tu casa. Para un judío eso significaba entrar en comunión contigo. Así que leyendo este Evangelio queda claro: no importa quién hayas sido, lo que hayas hecho, cómo te sientas o cómo estés ahora. Jesús no ha venido a llamar a los que se tienen por justos sino a los pecadores. La llamada a la conversión de este tiempo de cuaresma es también para ti.
Si ves que necesitas salvación, si no te llena lo que vives, si buscas más pero no sabes lo que es... no te rindas, porque Jesús ha venido a llamar a los pecadores y a los que se sienten perdidos. Por eso, esta cuaresma es un tiempo propicio para acercarte a Jesús. Estés como estés, su llamada es para ti. ¿Le invitarás a entrar en tu casa y a sentarse a tu mesa?
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.
Evangelio según san Mateo 9, 14-15
En aquel tiempo, se acercaron los discípulos de Juan a Jesús, preguntándole: «¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?» Jesús les dijo: «¿Es que pueden guardar luto los invitados a la boda, mientras el novio está con ellos? Llegará un día en que se lleven al novio, y entonces ayunarán.»
Pistas: El ayuno es una práctica común en diferentes religiones como un medio para acercarse a Dios y dominar los propios deseos.
Vamos a acercarnos brevemente a su visión bíblica. En el libro del Levítico manda dedicar un día al ayuno. Lo llama: El Día de la Expiación. El Antiguo Testamento nos cuenta que frecuentemente se ayunaba sin ningún mandamiento específico, en tiempos de aflicción, colectiva o individualmente. También como una forma de penitencia o de arrepentimiento, para pedir perdón a Dios o ante un peligro inminente.
El Nuevo Testamento nos cuenta que Jesús ayunó en muchas ocasiones. Antes de comenzar su vida pública ayunó cuarenta días en el desierto. Y enseña a sus discípulos a ayunar como un medio para vencer al demonio, que unido a la oración da fuerza y poder al que lo realiza.
Pero Jesús no quiere que sea algo meramente ritual y obligatorio, sino un acto libre que lleve al hombre a entregarse más a Dios. Por eso, invita a sus discípulos a buscar el momento oportuno para ayunar.
En la vida de la Iglesia siempre ha tenido importancia esta práctica. El miércoles leíamos que es uno de los tres consejos que nos da la Palabra de Dios para este tiempo: oración, limosna y ayuno.
Pero ayunar ¿para qué? El ayuno no es magia, no es chantaje. Simplemente es un camino para acercarte más a Dios, para decirle -y decirte a ti mismo- que Dios es más importante que el propio sustento físico, que los deseos o apetencias, para sentir incluso físicamente hambre de Dios, para comprender mejor a los pobres, para compartir lo que ayunamos con ellos.
Piensa el mejor modo en que puedes hacerlo. La Iglesia aconseja abstenerse de carne los viernes de cuaresma. Se puede hacer una comida y luego las otras a pan y agua, puedes ayunar de algo que te guste... Los santos nos enseñan que es un camino que da mucho fruto ¿Te animas a probarlo?
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.
Evangelio según san Lucas 9, 22-25
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día.»
Y, dirigiéndose a todos, dijo: «El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se perjudica a sí mismo?».
Pistas: Jesús no hace falsas promesas. El camino que propone no es el más fácil, pero es el que salva. Es el que hace ganar nada menos que la vida, el que conduce a la felicidad. Y no son sólo palabras. Jesús va delante. No oculta el sufrimiento y les anuncia lo que va a suceder. Y hasta que se encuentren con Él resucitado y reciban la fuerza del Espíritu Santo no podrán entender el alcance de estas palabras.
Jesús enseña que la salvación pasa por seguirle. Y esto tiene unas condiciones: hay que negarse a uno mismo. Si lo piensas bien, las cosas que merecen la pena siempre requieren esfuerzo. Necesitamos luchar, esforzarnos, renunciar muchas veces a lo que apetece por lo que realmente queremos hacer o alcanzar. Los padres que cuidan a sus hijos, el estudiante que quiere aprender, el trabajador que se esfuerza por lograr sus objetivos, el que está enamorado y lucha por ese amor, el deportista… Negarse a uno mismo es buscar el bien y la verdad por encima del interés.
Seguir a Jesús implica también cargar con la cruz de cada día. No vivir instalado en la queja o en la desesperación, sino abrirse a la confianza en Dios que es Padre, que es Amor. Nosotros ya sabemos el desenlace: Dios vence a la muerte, al mal y al pecado. Jesús ya lo hizo por nosotros y Él nos espera al final, en el triunfo definitivo.
Entregando la vida, perdiendo la vida por Él, es como se gana. Podemos poner muchos ejemplos: se gana la vida siendo buen padre, buena madre, buen esposo o esposa, siendo testigo de la fe, entregando la vida como misionero.... Se gana la vida renunciando al camino fácil y buscando el bien de los demás por encima de los propios intereses. Se gana descubriendo el camino que Jesús tiene para ti, siguiéndole. Porque así encontrarás el mayor tesoro que puedes imaginar: ganarás tu propia vida siguiendo a Jesús.
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Llévalo a tu vida)
Evangelio de San Mateo 6, 1-19
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos. Por tanto, cuando hagas limosna, no lo vayas trompeteando por delante como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
«Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las esquinas de las plazas bien plantados para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
«Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Pistas: Hoy comienza la cuaresma. Por delante tenemos cuarenta días para dar un paso más en nuestra fe.
Tiempo de revisión, de conversión, de volver a Dios y al prójimo. Por eso este Evangelio propone tres ejercicios para crecer: oración (más cerca de Dios), limosna (más cerca del hermano) y ayuno (para fortalecer tu espíritu, poner a Dios en primer lugar y ayudar a los necesitados).
La conversión es una gracia de Dios, es la respuesta al amor de Dios, y por eso es regalo, y a la vez tarea. Como regalo hay que acogerlo, aceptarlo, encontrarlo... y como tarea tiene un camino. Oración, limosna y ayuno. Jesús dice que no hay que hacerlas porque toca, o porque esté bien visto o por ser mejores que los demás. Sino desde lo profundo, como respuesta a la llamada de Dios y por Él.
Limosna: es ser justo. La medida es la justicia de Dios con nosotros. Nos ama y nos perdona, nos salva. Por eso, siempre, pero como ejercicio en este tiempo, párate a pensar: ¿Hasta dónde puede llegar mi limosna? ¿qué puedo ofrecer a los demás? También en lo material, en lo que toca al bolsillo ¿puedo hacer algo por el que está peor que yo? Pero no sólo en lo material: ¿y con mi tiempo y mis cualidades?
Oración. Entrar en intimidad con Dios, no porque toca, no por postureo. Tiempo para afianzar la relación con Dios, limpiar el corazón de falsos ídolos... Si queremos conocer mejor a Dios y su voluntad, si queremos tener un corazón nuevo, éste es el único camino: orar. Piensa: ¿Qué puedo hacer para mejorar mi vida de oración? ¿debo dedicar más tiempo? ¿necesito organizarme para sacar un rato de tranquilidad? ¿tengo que aprender a orar mejor? Recuerda que la oración sirve para una relación, un encuentro, no es sólo una técnica que se aprende, sino un camino a recorrer. Y se empieza lanzándose a ello.
Ayuno. Para decirle a Dios (y a ti mismo) que tus deseos, necesidades, lo que te apetece, no es lo más importante en tu vida. El Papa Francisco nos ha pedido a todos ofrecer nuestro ayuno por la paz en Ucrania. Podrás sentir hasta físicamente que tienes hambre de Dios y de su voluntad. Elige cómo quieres hacer el ayuno y hazlo. La Iglesia te propone que hagas una comida fuerte y las otras a pan y agua. Verás cómo fortalece tu vida espiritual.
Tres propuestas de cuaresma y un solo objetivo: acercarte a Dios y crecer en el amor a él y al prójimo.
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.